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Fue una dictadura de Ladrones

  •   Publicado el: 01-05-2011
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Por: Raúl Wiener

El fujimorismo vendió
más de cien empresas públicas, muchas de ellas de gran valor económico, obteniendo un ingreso final de alrededor de 11 mil millones de dólares (se ha calculado que el valor real era más o menos el triple y que en la subvaluación ya hubo actos de corrupción y comisiones bajo la mesa)

 

Fujimoristas asaltaron la Caja Policial Militar que ya venía débil, con el pretexto de “reorganizarla” y se apropiaron de los fondos de retiro de militares y policías para impulsar empresas constructoras y financieras conducidas por testaferros del poder, a los que luego compraban sus “participaciones” a precios sobrevaluados.

“Esto va a ser una hecatombe. Yo tengo grabados videos desde el 90. Están en
Lima y son cerca de treinta mil”, fue lo que dijo Montesinos en la carceleta del Palacio de Justicia, luego de ser traído desde Caracas, donde había sido detenido en junio de 2001.


“Tengo videos en los que aparecen empresarios, diplomáticos norteamericanos, rusos, europeos, que si los saco se producirá una crisisinternacional”, insistió el exasesor anticipándose a lo que luego se diría de los WikiLeaks de la diplomacia estadounidense.


“No voy a revelar dónde se encuentran los videos. Ellos son mi seguro de vida. Voy a mostrar los que me interesen, los que sean necesarios y me convengan para negociar la libertad de mi familia”. Y apuntó que fue “el mismo
Fujimori quien le ordenó grabar todas las actividades que se realizaban en el Servicio de Inteligencia Nacional para que quedara registro de todo lo que pasaba allí… él estaba enterado de todo”.


Perú septiembre del 2000

En las calles de Lima y provincias, miles de personas celebran el anuncio de AlbertoFujimori ante una cadena de estaciones de televisión informando que se irá por fin del poder al cumplir el primer año de su tercer período de gobierno y que convocará a nuevas elecciones, luego de conocerse el video Kouri-Montesinos que mostró al país cómo se formó la última mayoría parlamentaria del Fujimorismo. El mensaje concluía:

-Y está demás decir que en estas elecciones no participará quien habla.

Casi once años de protagonismo electoral de Alberto Fujimori llegaban a su fin en forma ignominiosa. Lo que no pudieron hacer los miembros del Tribunal Constitucional que declararon inaplicable la “interpretación auténtica” con la que el Congreso de Martha Chávez, Luz Salgado, Martha Hildebrandt, Chirinos Soto, Medelius, Siura, Torres y Torres Lara, y tantos otros, había consagrado que el segundo gobierno deFujimori era en realidad el primero y que cabía una nueva reelección.

Lo que no lograron los jóvenes universitarios que tomaron las calles contra el abuso; lo que no se pudo resolver con la rebelión contra el fraude en el primer semestre de 2006 y la marcha de los Cuatro Suyos, se selló finalmente con una imagen filmada que el gobernante corrupto ya no pudo ocultar.

Pero ahí nomás ya estaba comenzando el operativo para separar a Fujimori de su asesor, y construir la nueva historia sobre la parte buena y la parte mala del régimen de los 90. Esa versión revisionista que ahora nos llega empaquetada en KeikoFujimori, que era muy niña cuando el golpe; muy distraída cuando secuestraron a su madre; muy susurrante cuando le recomendó a su padre sacar a Montesinos, pero siguió en el gobierno; muy inocente cuando ayudó a preparar las maletas para la fuga final de su padre, y recibió el encargo de quedarse al frente de la dinastía político-familiar.

Pero la verdad histórica señala que Fujimori instauró por decisión propia un gobierno compartido con Montesinos, expulsado del Ejército por espía y abogado de pasillos que defendía narcos haciendo desaparecer expedientes y vendía información clasificada a los servicios de inteligencia.

Como pasó en otras satrapías, el tipo que recibió el inocuo título de asesor, escondía un ilimitado poder informal que solo podía existir tras una negociación y transacción con el poder formal. Era la manera de poder manejar decisiones que desbordaban los marcos de lo permitido y lograr evadir los sistemas de control y fiscalización.

Lo más grave era además que este sistema de poder de dos pisos, no era desconocido para nadie. Cada vez más el Fujimorismo fue asociando su supuesta eficiencia, su capacidad de alcanzar resultados, a los medios de “inteligencia” que empleaba.

El poder del Doc, estaba a la vista, y es por ello que desde el banquero más poderoso del país, los inversionistas extranjeros, los dueños de los medios de comunicación, los jueces y fiscales, los comandantes generales de los institutos armados, es decir toda la elite económica, política, social y militar lo visitaba y llegaba a acuerdo con él. Fue Dionisio Romero quien mejor sintetizó el porqué de esta atracción fatal:

-Todos sabíamos que conversando con él, lo estábamos haciendo con el poder real.

Y, claro, los bancos necesitan poder real. Por ejemplo para lograr que los interventores judiciales de la empresa Hayduk, cuyos propietarios estaban encausados por narcotráfico, fueran propuestos por el Banco de Crédito, al que la pesquera debía mucho dinero. Una gauchadita para tener un mejor lugar en el momento del pago de las deudas. Pero así son los negocios.

Es decir que si Romero tuvo una relación más que profunda con el gobierno deFujimori, al punto de comprometerse a vivar por la re-reelección, el contacto para sacar cosas de ese gobierno era a través de Montesinos, que nunca hubiera podido tener un gramo de poder si alguna vez Fujimori hubiera querido ponerlo en su sitio.

Siameses
Lo que sí quiso hacer el dictador con su asesor fue convertirlo en su igual, que era como decir que el país necesita dos presidentes, uno para los actos protocolares y otro para la guerra sucia. Pero iguales, al fin.

Eso es lo que nos transmitieron en la famosa entrevista con Álamo Pérez Luna en el año 1999, a la que acudieron con ternos y corbatas idénticas, hechas por el mismo sastre, con la finalidad de subrayar que nadie era más que el otro cuando estaban justos estos dos.

Años después Toledo y Bush se vestirían con ternos y corbatas de igual color para transmitir el mismo efecto, y García lo haría con Castañeda cuando lo proclamó su candidato favorito y lo quemó para toda la vida.

Pero la identidad en la vestimenta de
Fujimori-Montesinos, no solo era una novedad cuando salió al aire, sino un mensaje clasificado, porque se trataba de alguien que si le reclamaban por algo era capaz de decir que no tenía cargo, no era funcionario y no cobraba sueldo establecido, pero al mismo tiempo podía hacer que se cierre el tráfico seis cuadras a la redonda y llegaba rodeado de una guardia mayor que el presidente.

 No era, pero era, que es una de las claves del Fujimorismo de los 90 y sigue siendo en el actual.

 El secretismo y la trampa son las marcas distintivas del método Fujimorista. Y ese sistema está hecho para dominar y para cubrir los actos corruptos. El Fujimorismo vendió más de cien empresas públicas, muchas de ellas de gran valor económico, obteniendo un ingreso final de alrededor de 11 mil millones de dólares (se ha calculado que el valor real era más o menos el triple y que en la subvaluación ya hubo actos de corrupción y comisiones bajo la mesa).

Pero de todo lo que se obtuvo por privatización no hubo una sola inversión de largo plazo que pueda decirse para qué se vendió la empresa de teléfonos o la de electricidad, o se malbaratearon los pozos de PetroPerú.

En el momento que
Fujimori se retiró del poder, los fondos de reserva por privatización no llegaban a 500 millones de dólares, pero eran producto de intereses acumulados y no gastados.

Los 11 mil millones se habían ido en la compra con sobreprecio de armas en mercados secundarios, con traficantes como intermediarios; en gasto social sin control con fines re-reeleccionistas, en pagos a comisionistas, estudios de abogados, bancos de inversión, etc.

Pero no se quedaron ahí. Compraron armamento chatarra con sobreprecio, a pesar de las tensiones militares que tuvimos en las fronteras norte y sur. Y su general victorioso purga veinte años de prisión tras haber confesado que su fortuna provenía de las coimas en la compra de armamento, lo que le salvó de ser condenado por presunta relación con el narcotráfico.

Asaltaron la Caja Policial Militar que ya venía débil, lo que aprovecharon para “reorganizarla” y usar los fondos de retiro para impulsar empresas constructoras y financieras conducidas por testaferros del poder, a los que luego le compraban sus “participaciones” a precios sobrevaluados.

Mafia bancaria
Construyeron una mafia bancaria con el grupo Wiese-Sudameris, el Banco República, el Banco de Comercio, el Banco Latino y otros, que movían cuentas de organismos del Estado para tener liquidez y hacer préstamos que luego se inflaban fraudulentamente y permitían arrebatar la propiedad ajena.

Es una tontería definir estos hechos como aislados, suceden en todos los gobiernos, o “fallas que no niegan las cosas buenas del gobierno”.

Lo que hubo en el Perú de Fujimori fue un poder mafioso que se articuló como una inmensa telaraña, y que como en la historia del arzobispo centroamericano, cuando llegaron los reemplazos y ordenaron investigar, descubrieron que la cosa era tan grave y tan profunda que mejor era quemar los papeles y pensar que la noche había acabado y que todo recuperaría su normalidad.

Pero no fue así. La corrupción que no es extirpada hasta la raíz, es como el Cáncer y vuelve a reaparecer. Lo estamos viendo. La mafia se propone regresar y hay poderosos intereses que prefieren el regreso del poder corrupto, antes que ponerse en la situación de tener que renegociar los inmensos privilegios de los que han gozado todos estos años y que son los que han creado la inmensa bolsa del descontento social que se manifestó en las elecciones

PARA QUE REFRESQUEMOS LA MEMORIA

Alan Gracía padre putativo de Alberto Fujimori




KEIKO NI SU PADRE PUEDEN EXPLICAR DE DONDE SALIO EL DINERO PARA SUS ESTUDIOS



II PARTE

El Perú merece dignidad



FUJIMORI EN EL PARAISO

Por César Hildebrandt

Habla de coraje el hombre al que le temblaba la voz cuando se dirigió a buscar refugio en la embajada del Japón la noche del fallido golpe del general Salinas Sedó.

Habla de honor el hombre que emputeció a la Fuerza Armada, hizo del Congreso un chiquero, suprimió el orden constitucional, desconoció su firma y hasta su huella digital con tal de no pagarle una deuda a la madre de sus hijos.

Habla de orgullo de sí mismo el sujeto que quiso ser senador japonés para obtener la inmunidad que lo librara del alcance de la ley.

Habla de responsabilidad el hombre que llenó 45 maletas de vídeos, dinero y botines diversos, tomó el avión presidencial y pasó de Brunei a Tokio (Nadie le creyó en su momento a Barba) donde pidió asilo y desde donde renunció por fax a la presidencia de la República, es mas la cínica de la Cuculiza insulto a Barba alegando que su héroe jamás haría tal cosa.

Habla de amor por la patria el jefe de una banda que saqueó las cuentas del tesoro público por un valor que los más conservadores estiman en dos mil millones de dólares.

Habla del veredicto de la historia el sujeto que estaba pescando en Iquitos cuando la policía de La DINCOTE, sin ninguna ayuda de Montesinos, capturó a Abimael Guzmán, el hombre que huyó del país tras descubrirse cómo es que Montesinos compraba esos congresistas que hoy deben estar frotándose las manos.

Qué patético pobre diablo es Fujimori. Se atribuye todos los poderes para las cosas que salieron bien, y se pinta como un presidente disminuido, desinformado e irresponsable cuando le mencionan los asesinatos que cometían los criminales a los que él felicitaba, ascendía y amnistiaba.

“Yo era comandante de Las Fuerzas Armadas en el sentido en que un entrenador de fútbol comanda al equipo”, dijo ayer destilando la esencia de su legendaria cobardía, la que sin embargo no aparentaba cuando estando en el poder se atribuía todo el éxito y manifestaba que el disponía todo como Jefe Supremo de las FFAA.

O sea que debemos alabarlo por haber “comandado” las fuerzas armadas que derrotaron al senderismo, pero debemos exonerarlo de toda responsabilidad cuando esas mismas fuerzas armadas mataban ancianos, niños y mujeres en las alturas de Ayacucho cuando ello salió a la luz.

Debemos agradecerle el haber sacado al país de la crisis económica en la que nos hundió Alan García –quien hizo tanto para que Fujimori lo sucediera-, pero tenemos que olvidar que con él todos los derechos del trabajador fueron abolidos, todo asomo de equidad fue perseguido, toda corrupción en el proceso de las privatizaciones fue posible, es decir vendió toda la riqueza de la abuelita y su cofre quedó vacío...porque quedó en manos de los corruptos.

Tenemos que decirle gracias por la paz con Ecuador –Tiwinza incluida, derechos de navegación ecuatorianos en ríos pruanos incluidos- pero no podemos recordarle su repugnante papel en la derrota peruana del Cenepa, cuando nuestros soldados carecían de logística, comunicaciones y, en muchos casos, de rancho y de zapatos y lo que es peor ocultar la entrega de 42 Km2 en la zona del Cucumaza Bumbuisa y el Yaupi Santiago.

Debemos ser gratos con su régimen porque “refundó el país” (Fujimori dixit), pero tenemos que olvidarnos de que quince de sus ministros o están presos o están con orden de captura por ladrones.

Debemos ser fujimoristas por las escuelas que sembró el Fonades, pero no debemos evocar la prensa inmunda que él creó para ensuciar a sus adversarios y, seguramente, “elevar el nivel cultural”.

Este demócrata que cerró el Congreso, este honrado que permitió la rapiña más grande de la que se tenga noticia, este ciudadano ejemplar que convirtió a un edecán en fiscal para entrar a robar maletas en la casa de Trinidad Becerra, este hombre decente que tuvo como socio a Montesinos, este estadista al que defienden sujetos como Saravá, este ángel que vivió entre alimañas, este hombre ejemplar que dio un golpe de Estado cuando su esposa, en un rapto de bendita locura, denunció los asaltos de la hermana Rosa y del cuñado Aritomi a la caja de Apenkai, este probo encubridor de Miyagusuku, esta vergüenza que grita lo que lee y juega con la voluntad de olvidar de los peruanos, este señor Fujimori, en suma, sigue siendo exactamente el mismo miserable que la miseria moral adora y hace suyo.

El secreto de Fujimori es que ha convertido en socialmente exitosos los peores vicios de la “peruanidad”: la crueldad en el tumulto, el cinismo como método y, sobre todo, la cobardía elevada a la categoría de función vital.

El triunfo de Keiko Fujimori, de darse, será el resumen vistoso de la tragicomedia nacional y una prueba de que hay países económicamente pujantes y moralmente inviables.

Es decir la misma sangre infectada corre ahora por las venas de Keiko Sofía, en su desesperado afán por intentar aspirar a La Presidencia, utiliza la millonaria reserva cínicamente robada a las arcas del estado peruano, con fines electoreros, y realmente da pena ver que existen aún muchísimos que siguen subyugados al fujimorismo y gritan sin muchas veces terminar de entender lo que vociferan y todo por haber recibido una miserable dádiva.

El poder judicial en alguna forma le ha devuelto al país algo de dignidad, y hubiera sido bueno que también investiguen y repatrien toda la millonaria caja fuerte que el inestable Alberto Kenya Fujimori, debe tener en Japón, y que finalmente lo disfrutará su oportunista esposa nipona.....y allí se cumple "NADIE SABE PARA QUIEN ROBA...perdón PARA QUIEN TRABAJA....

Seria realmente una vergüenza nacional que se permita que Keiko Sofía Fujimori se postule por lo menos como candidata presidencial. ..... una señora sin ninguna experiencia laboral consecuentemente sin bases de respeto al trabajador ni al conocimiento de un solo sol logrado con el sudor de su frente, ni que decir de su supina ignorancia en geopolítica en una coyuntura del diferendo marítimo y el contencioso de la Haya, ni la percepción del manejo democrático del Estado, sin ningún programa y con una sola intención de amnistiar a su padre.

“La vieja indecencia”

por César Hildebrandt.

El único mérito que puedo concederme en esta vida moteada de algunos éxitos y muchos fracasos, en esta carrera ingrata que me eligió, en este oficio artesanal de tratar de encontrar la verdad que a pocos importa y las mentiras que ya no escandalizan, el único mérito que me concedo, digo, es no haber cedido a la tentación del medio: resígnate, así es el Perú, tolera lo que todos, créele a los idiotas de la derecha, a los que hacen negocios turbios y a la vez editorializan en relación con “los valores de la democracia” (cuando la verdad es que se zurran en ella y en lo que significa).

Naces en este país hermoso y complicado y la primera sugerencia que te asalta es la del estoicismo: quédate quieto, tranquilo hermano, así es esta vaina, esto no lo arregla ni el sillau.

Y se te puede pasar la vida haciéndote el de la vista gorda, haciéndote el loco y asistiendo con cara de palo a las grandes mecidas.

- Nada puedes hacer, esas son las reglas –susurra el aire tóxico de Lima-.

- Esto no lo ha cambiado nadie –remacha una sombra, la sombra de lo que pudiste ser-.

Me van a perdonar pero yo jamás creí en eso. Jamás hice el muertito en el mar de los sargazos de las voluntades, quebradas o roídas. ¿Por qué? Porque siempre creí que en el país de las cabezas gachas había que mirar lo más lejos que se pudiera. Porque viendo a las hormigas a uno le dan ganas de volar. Porque hay belleza en la rebeldía y una flácida fealdad en el conformismo. Porque, en fin, siendo un viejo creyente del agnosticismo siempre he pensado que Jesucristo fue un hombre revoltoso asesinado por el orden imperante. Y que sin la rebeldía de Cáceres habríamos detenido nuestra historia en el mísero Iglesias. Y que sin la rebeldía de De Gaulle los franceses habrían tenido que arrastrarse junto a Petain, ese gran derechista pro nazi.

Mi generación ha fracasado. Pudimos tener a un refundador del país y construimos a García. Pudimos tener a un inconforme consagrado por las multitudes, a alguien que estuviese más impulsado por el amor que por el odio, pero nos detuvimos en Robespierre y en sus encarnaciones criollas.

Pudimos tener un país y lo que permitimos fue un mal. Ahora la pelota está en el tejado de los jóvenes. De ellos dependerá que este país cambie de verdad.

Hace como mil años que vivimos hablando en voz baja, consintiendo.

Hablamos bajito cuando los incas podían desollarte. Y más bajito cuando los españoles te podían trocear. Y todavía con murmullos cuando fuimos libres de boca para afuera pero súbditos de los sucesivos caudillos que creían que el Estado era un bien raíz y una chacra para los amigotes.

Así fuimos haciendo esta gran Aracataca. Macondio hicimos.

Pensar era –y es- una anomalía. Disentir, una provocación. Rebelarse, una extensión de la locura. En un país dominado por la injusticia hablar de la injusticia te podía costar El Frontón. Y luchar contra ella la vida.

Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es sólo el título de un libro de Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes vendedores mayoristas de su propio país.

- Todos roban –te dicen-. Y eso es casi una invitación a robar. Porque si todos roban, ya nadie roba.

- Aquí no hay castigos ni recompensas, todo se olvida –te muelen repitiéndolo-. Y eso es otra incitación a la impunidad.

Lo criollo es también esta salsa espesa de quietud egoísta. Las verdaderas tradiciones peruanas no son las de Ricardo Palma: son decir sí y estar en la foto.

¿Exigir cambios? Eso es –dicen los que cortan el jamón y los idiotas de sus services- de chavistas, rojos, perfeccionistas, amargados y renegones. En el Perú la ira de los pobres se combate con misas o balazos y hay un estoico agazapado en cada futuro, detrás de la maleza de los días. Y cuando estemos lo suficientemente ablandados, vendrá el tiro de gracia. Y cuando venga el tiro de gracia, cuando ya no pienses sino en ti mismo y bailes solo en la loseta ínfima que te asignaron, ese será el día final de tu hechura: serás uno de ellos. Hablarás como ellos, maldecirás como ellos, venderás como ellos. Y, sobre todo, harás lo que ellos: negar al otro y sólo reconocerte entre los tuyos.

Que los jóvenes aprendan la lección. Nada cambiará si no matamos la resignación.

Porque la democracia no consiste en votar de vez en cuando. Consiste en ejercer la libertad a cada rato.

Los esclavos no aman la libertad –esa es una mentira altruista-. Sólo los libres pueden amar la libertad y defenderla.

La mansedumbre no es madurez sino derrota. El aguante es la amnistía crónica. La docilidad es lo que se le exigía a los negros carabalíes embarcados a la fuerza en el puerto de Macao.

La libertad no mata. La paciencia es una mentira teologal que contradice a Cristo y que Cipriani aplica en cada hostia. Cristo fue impaciente. La vida es una ráfaga impaciente.

Los peruanos no nacimos un día en el que Dios estuvo enfermo, como decía Vallejo de sí mismo. Naceremos el día en que sepamos apreciar el vértigo creador de la palabra desacato. El desacato no es el caos. Caos es lo que vendrá cuando las presiones sociales, contenidas por el plomo y la mentira, revienten otra vez.

Y ahora sería un magnífico desacato, un descomunal acto de rebelión democrática o dejarse engatusar por quienes quieren, en el colmo de la indignidad, que premiemos a la hija de un ladrón y asesino –ladrona ella misma al gozar del dinero robado- con la presidencia de la República.

Y todo por cerrarle el camino a un señor que quiere cambiar algunas cosas. Sólo algunas cosas. Un señor al que la experiencia ha moderado y que se ha comprometido a no hacer experimentos anacrónicos. Pero que sí quiere que las mineras paguen lo que deben, que los impuestos sean más directos, que los viejos estén menos desamparados, que haya menos hambre y que la pobreza rural se atenúe todo lo que se pueda sin desbaratar la economía. Y que quiere también que el gas peruano abastezca primero a los peruanos y que los grandes proyectos de exploración y explotación de la minería y del petróleo se concilien con los intereses nativos y las normas ambientales que no se están cumpliendo.

La derecha quiere volver a demostrarnos que siempre gana. Presentó cuatro candidatos –cuatro variaciones de la misma melodía: Castañeda, Toledo, PPK y K. Fujimori- y los cuatro perdieron. Ganó un hombre gris que propuso algunos cambios. Y lo peor: sale la primera encuesta pos primera vuelta y el hombre sin demasiados atributos ¡sigue ganando! Y sigue ganando porque Lima, este espanto, no es el Perú. Porque el gobierno de Las Casuarinas está en crisis. Porque el modelo García, una combinación de Caco con Friedman, drena sanguaza.

Entonces, la derecha propone liquidar, de una vez y para siempre, esta pesadilla que aturde al dólar, baja las acciones, hace chorrear el rímel. Para eso están su tele, su radio, sus periódicos. Y se deciden por lo previsible: la campaña del terror.

Sólo el terror podrá salvarlos. Porque saben que su prontuariada candidata es impresentable aun para 75 por ciento de peruanos. Lo único que cabe, entonces, es bombardear al incómodo reformista con todos los B-52 de la calumnia, el rumor, la mugre, la idiotez que los cándidos pueden propagar. El propósito es el homicidio político del hombre que propone algunos cambios. Y los muertos no pueden ganar elecciones.

Hablan de intromisión extranjera los que quisieran anexarse a los Estados Unidos o al Chile potente que sus tatarabuelos dejaron entrar con su cobardía y su desunión. Denuncian que la libertad de prensa peligra quienes despiden a periodistas que se niegan a sumarse al lodo de la campaña contra Humala. Y advierten que el empleo está amenazado quienes han creado la mayor cantidad imaginable de empleos-basura y services explotadoras.

Y a todo esto le llaman “elecciones democráticas”. A ensuciar la inmundicia le llaman “debate”. Y no tienen problema alguno bancado a una candidata indecente. Ellos representan la vieja indecencia de las encomiendas, las ladronas leyes de consolidación, el festín del guano. La señora K. Fujimori les cae como anillo al dedo.

Eduardo Rosadio

Soy desarrollador web desde el año 2001. Durante mis años de trabajo he desarrollado más de 1000 sitios web para empresas de todos los rubros y tamaños.

En los últimos años me he especializado en el marketing por Internet para ayudar a mis clientes, mayormente pequeñas empresas, a llegar a nuevos clientes a través de Internet.

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